Ya no

vuelvo a tragar tanto. Jijo! qué bruta! y luego me pregunto que por qué estoy en estas carnes. Pues cómo chiflados no, si también trago como si no fuera a haber mañana. No, no se crean que soy tan hartona pero con el cuento de que nomás huelo la comida y ya subí como cinco kilos... pues ahí les encargo.

Bonita fregadera no?

Pos ahí tá que no puedo dormir porque estoy atascada a morir. Resulta y resalta que mi viejolillo y yo fuimos al cine y la señorita, bueno, señora se atiburnó un café latte grande, una crepota de cajeta con nuez y para no desentonar unos nachos con extra queso por seis pesos más y tremenda sodota ah, y por si fuera poco, 20 min. antes de irme a la escuela me jambé dos quesadillas con suculenta salsa de chile morita y cascabel y he aquí las consecuencias...

Ay mi madre.... te juro que ya no lo vuelvo a hacer!!!

Todo esto me recordó a cuando andaba de vacaciones con mis amistades en Zacatecas; comimos unas gorditas por demás ricas y suculentas recién desempacadas del teleférico - las desempacadas éramos nosotros, no las gorditas eh! - pero lo malo vino algunas horitas después, o sea cuando estábamos entrando a Guadalajara, ya que a mi amiga Alma y a mí nos agarró una cursia marca diablo y luego el mugroso camión en el que íbamos ni baño traía así que no nos quedó de otra más que hacer bizcos, torcernos los brazos la una a la otra, sudar frío, rezar el rosario de atrás pa'delante y de adelante pa'trás, apretar la cola con singular fuerza y rogar porque no nos fuera a suceder una desgracia colectiva - y por colectiva me refiero a ella y a mi - antes de poder llegar a un baño. Qué horror!!!