El domingo nos levantamos tempranito, bueno, no tan tempranito y nos bañamos y nos perjumamos y nos pusimos bonitos para irnos a El Paso. Salió mi viejito a encender la camioneta de mi suegra, ah, porque ahora traemos emprestada su Grand Caravan que más bien parece trailer porque como ya es de todos conocido pues de nuestro troncomóvil... nada.
Total de que cuando la encendió se fue a parar a la banqueta cual lagartija a que le diera el sol dizque porque tenía frio y yo me quedé acomodando mi bolsa y las sudaderas en el asiento de atrás y cuando cierro la puerta, zácatelas! que al armatoste ese se le cierran los seguros!! A la madre y ahora qué? O sea, la camioneta cerrada y para el colmo de los males con todas las ventanas arriba, encendida y con las llaves de la casa muy monas metidas en mi bolsa; si de pura chiripada me quedé con el celular en la mano.
A mi ya ganas me daban de gritar solicitando un ratero para que la abriera porque ya me había desesperado de estarle oyendo los abanicos apagarse y prenderse.
Mi viejito se fue caminando a la cerrajería y estaba cerrada pero como no se llevó el celular pues ni cómo hablar sino hasta que llegó a la casa. Total de que desde que se cerró para cuando llegó el cerrajero y abrió la camioneta ya habían pasado como 35 min.
Y así, en tal sólo 15 segundos se ganó $130.00 pesos!!!
DE LAS GARRAS
No, claro que no estoy hablando de las garras que traía ayer en los dedos de los pies y que ya tuve a bien cortarme, sino que estoy hablando de cuando uno va a comprarse ropa!
Me gusta mucho mercarme trapos, a qué mujer no, pero lo que me disgusta es la merma que todo ese rollo conlleva.
- Dar una vuelta por toda la tienda nomás pa' darse uno un quemón de lo que se anda usando en el momento e ir agarrando ideas.
- Pasar horas en los anaqueles escogiendo lo que se va uno a medir.
- Pasar otras cuantas horas en el vestidor haciendo que el marido le acarree a uno lo que no se trajo en el primer viaje y si tienen un marido con la paciencia del Dalai Lama como lo tengo yo, pues ya fregaron.
- Pasar toooodavía más horas viéndose en el espejo y preguntando incansablemente si eso se nos ve bien.
- "No, este no, tráeme una talla más chica", "No, este tampoco, tráeme una talla más grande."
- Y ya se ve uno de lado y ya se ve uno de la retaguardia y que si la lonja y que si la panza y que si con el uso afloja (sí afloja, se los juro).
- Pensar en que necesitamos zapatos para todos estos outfits y claro, sus respectivos accesorios y hasta chichero porque no puede uno usar el mismo estilo con todo tipo de ropa!
Y ahora sí, más de dos horas después... finalmente a la caja a casi llorar por los dos o más cientos de dólares que se botó uno solamente en trapos. Claro, ahí está la tarjeta que no raja leña!
No, ya hablando en serio, realmente me hacían falta mis trapitos y mis zapatitos porque ya parecía yo retratito ya que de lo mismo y lo mismo no salía y se empezó a notar mucho porque pues al tener que ir a la escuela era ropa diferente cada día y pues cuál ropa. Ahora nomás falta mercarme chicheros y calzones de abuelita porque esos que tengo ya casi son unas chirlangas ja ja ja!!! Bueno, no tanto.
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