En la mañana que el George llegó a la casa para tomar sus sagrados alimentos resulta que la señorita (o sease yo) pongo el sartén a calentar con todo y aceite pero yo creo que lo dejé calentar de más y si a eso le sumamos que cuando le vacié los suculentos frijolitos estos tenían caldito!!!! Ushhhhh!!!! Salió tremenda flama y subió hasta el techo y se hizo grandotota que yo nomás me hice para atrás y pegué el grito y pelé los ojotes esperando que se empezaran a incendiar los gabinetes junto con toda la cocina. Buena cosa que todavía no tenemos campana, que si no.
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